El autor de este poemario, a lo largo de toda su vida utilizó la poesía de manera habitual, para que se hiciese presente en los momentos decisivos e importantes para con los otros, haciendo poemas para los amigos, a su mujeres, hijos y seres queridos, con motivo de cumpleaños u onomásticas y siempre de manera esporádica y no profesional.

Además de algunas conferencias, pronunció también dos meritorios pregones a la Reina de los Ángeles, Patrona de Hornachuelos, que fueron ambos publicados. El primero en el Cinema Los Ángeles el 1 de mayo de 1987, con motivo del 150 aniversario de la llegada al pueblo de la imagen desde el ex convento de su advocación; y el segundo el 29 de junio de 1990 en la Parroquia, con motivo del V Centenario de la fundación de Santa María de los Ángeles y I Fiesta de la diamela.

Con todo este bagaje y consciente de la altura de su poesía, a mediados de la década de los ochenta su capacidad poética revive, y se reactiva de manera notable a partir de la década de los noventa, época de la que forman parte la mayoría de los veinticinco poemas contenidos en el libro Hornachuelos en el alma, poemas centrados la mayoría de manera especial en aquellos que tienen relación con la naturaleza y la cultura del bello rincón de la sierra andaluza que condicionó, estetizando, su existencia.

Este poemario se editó dentro de la colección Furnuyûlush de la Editorial Séneca, que, seleccionados póstumamente y prologado por su hijo José María Palencia, constituye la única publicación que nos dejara.